¿Qué es?
El anarquismo insurreccionalista es una teoría y práctica
revolucionaria que emerge dentro de sectores anarquistas en las últimas
décadas del siglo XX que pone énfasis en la necesidad del ataque hacia las
infraestructura del Estado y el Capital como puesta en práctica de la rebelión
y liberación del individuo. La insurrección implica desde formas diarias de
comportamiento antisistémico hasta la insurrección de masas generalizada.
Rechaza a la creación y participación en organizaciones formales permanentes y
enfatiza la espontaneidad y el informalismo en la lucha que se manifiesta en
grupos de afinidad.
El anarquismo insurreccionalista contemporáneo es heredero
del antiorganizacionismo italiano y del ilegalismo francés de inicios del siglo
XX. El concepto de propaganda por el hecho y la confrontación son las prácticas
usuales del "anarquismo insurreccionalista" al afirmar que actuar de
forma violenta contra los sistemas de dominación puede influir a otros para que
decidan actuar contra lo que los oprime y, si se dan las circunstancias, este
efecto puede llegar a desembocar inclusive en una insurrección generalizada.
Tal reacción en cadena de la desobediencia y la rebelión no necesitaría de
entidades o proyectos políticos que la organicen para poder enfrentarse a sus
enemigos, a los que señala como más violentos que ellos.
Origen
Esta tendencia surge teóricamente en Italia de los años
1980s, inspirada en las experiencias subversivas de la década anterior (1970s)
en que se vivió un clima de densa agitación política. Su principal figura es
Alfredo M. Bonanno. Algunos de sus partidarios ven un precedente a sus ideas en
los actos violentos de algunos anarquistas de los albores del siglo XX, a
través de la propaganda por el hecho o de la expropiación individual.
El anarquismo insurreccionalista presenta algunas influencias individualistas,
aunque también puede ser considerado como parte del anarquismo post-izquierda.
Conciben las relaciones individuales sobre la base de grupos de afinidad, que
no sacrifiquen la autonomía individual, autodefiniéndose como “un movimiento
colectivo de realización individual”. Otros autores insurreccionalistas son
Wolfi Landstreicher, Constantino Cavalleri, Gustavo Rodríguez y Killing King
Abacus. El individualismo insurreccionalista reciente ha recibido influencias
de la crítica posmoderna a la modernidad; a su vez, realiza una crítica a las
organizaciones permanentes en el anarquismo clásico y el anarcosindicalismo.
El insurreccionalismo se ha desarrollado principalmente en
Italia, España, Grecia y Estados Unidos, y ha adquirido cierta notoriedad por
algunas acciones directas violentas en Europa y América, y por la participación
disruptiva en el movimiento antiglobalización.
En líneas generales, el Anarquismo Insurreccionalista (AI)
se diferencia de otras posturas en términos de organización y acción, y no
tanto en términos teóricos o filosóficos. La crítica a la organización formal y
permanente, junto a la defensa de la acción directa (incluyendo la que cae en
la ilegalidad de los distintos sistemas jurídicos que el capitalismo crea),
serían los dos elementos más característicos del AI. Así pues, el AI aboga por
la organización informal de afinidad frente al sindicato; el AI defiende el
ataque directo (y violento cuando sea necesario) contra el capital, el Estado,
la autoridad, y todos los símbolos de estos elementos.
Características
Para el AI cualquier momento es bueno para comenzar la
revolución social. En tanto que vivamos en una sociedad autoritaria,
explotadora, y alienante (como lo es la sociedad capitalista), existirán
razones suficientes para empezar a movernos en busca de nuestra libertad. Las
crisis pueden acelerar los procesos revolucionarios, pero las razones ya
existen a día de hoy, haya crisis o no. ¿Por qué esperar para actuar? ¿Es que
no hablamos en serio cuando decimos que necesitamos construir una sociedad
mejor?
Lo anterior nos lleva a la continua búsqueda de la sociedad
anarquista. Dado que nosotrxs, les explotades, somos las contradicciones
vivientes del capitalismo, la lucha ha de ser diaria y en todos los aspectos de
nuestras vidas. El AI promueve la constante crítica de la realidad en la que
vivimos, lo que incluye superar todo aquello que es considerado como ‘bueno’ y
como ‘malo.’ El anquilosamiento mental que produce la tradición y la
inmovilidad es lo que el AI quiere dejar atrás. Haz las cosas por ti mismx, con
quienes quieras, cómo quieras, y cuándo quieras. La revolución social no
necesita de jueces que juzguen la moralidad de tus acciones ni el momento
adecuado para empezar a buscar tu libertad.
Frente a la organización formal permanente, el AI propone la
organización informal de afinidad. Los grupos de afinidad son por naturaleza
flexibles, cercanos, y orientados exclusivamente a la acción. La asociación de
individualidades con experiencias de explotación similares facilita la creación
de marcos de acción que van desde la defensa de unos intereses (una plaza en un
barrio popular) hasta al ataque directo (expropiación de un banco). El grupo
informal de afinidad, al estar basado en lazos humanos de carácter íntimo,
proporciona mayor seguridad a las personas que lo componen. La solidaridad y la
confianza dentro de este tipo de grupos potencia el apoyo mutuo que permite
llevar la lucha a niveles de mayor compromiso. De esta manera, para el AI el
grupo es un “caldo de cultivo” que potencia el desarrollo individual, el cual es
únicamente posible mediante la cooperación con otras personas. Cuando el grupo
deja de ser un catalizador para la acción o para el desarrollo crítico de la
individualidad, desaparece (sus componentes se disuelven y forman otros
grupos). Mejor cambiar de gente y seguir avanzando la lucha, que anquilosarse
en estructuras formales que idolatran la falsa “armonía” de las relaciones
humanas.
Por otro lado, el AI no solamente trata de quemar coches
patrulla, lanzar cócteles molotov, o expropiar bancos. El AI no pretende idolatrar al ilegalismo ni
convertir a les insurreccionaries en héroes o mártires. El ilegalismo es un
medio más que ha de ser empleado según el contexto y según la valoración de
cada grupo de afinidad (o individuo). Es por ello que el AI no defiende estar
en la ilegalidad continuamente, pues todes nos vemos forzades a ser cómplices
del capitalismo en algún punto de nuestras vidas. No obstante, el AI tiene
presente que la ilegalidad y el ataque a los mecanismos del poder son dos
medios siempre al alcance de nuestras manos.
Las insurrecciones son simplemente modestos intentos para
llegar a la revolución social. Para el AI la revolución social es una meta
constante. Sin embargo, no deifica la revolución ni la considera una utopía
lejana. Para el AI la revolución social es algo concreto, y es por ello que
podemos avanzar hacia ésta en todo momento. La insurrección diaria es la materialización
de esta consciencia, por modesta y pequeña que sea. Sabotajes, pequeñas
expropiaciones, difusión de zines, arte callejero… la insurrección está en
todas partes y puede manifestarse de muchas maneras, pues la insurrección es la
ruptura con la normalidad que nos ahoga. Solamente si rompemos con la alienante
normalidad de nuestras vidas cotidianas podremos llegar a la revolución social.
La importancia de las insurrecciones radica en su naturaleza “vírica.” Al ser
acciones pequeñas, éstas son fácilmente replicables, y la replicación conlleva
aprendizaje y mejora.
Las ideas del insurreccionalismo
Es probablemente de utilidad el aclarar ciertos mitos sobre
el insurreccionalismo desde el comienzo. El insurreccionalismo no se limita a
la lucha armada, pese a que pueda incluir la lucha armada, y la mayoría de los
insurreccionalistas son bastante críticos del elitismo de las vanguardias
armadas. Ni tampoco quiere decir que están constantemente tratando de comenzar
insurrecciones; la mayoría de los insurreccionalistas son los bastante inteligentes
como para darse cuenta de que el programa máximo no es siempre posible, aún
cuando estén siempre dispuestos a condenar a otros anarquistas por esperar.
El concepto de “ataque” está en el corazón de la ideología
insurreccionalista, el cual se explica como sigue:
“El ataque es el rechazo de la mediación, de la
pacificación, del sacrificio, de la acomodación, de tranzar en la lucha. Es
mediante la acción y el aprendizaje para la acción, no mediante la propaganda,
como abriremos el camino a la insurrección, pese a que el análisis y la
discusión tengan un rol en la clarificación acerca del cómo actuar. Esperar
sólo enseña a esperar; al actuar, se aprende a actuar”.
La noción insurreccionalista del ataque no se basa en una
vanguardia que logre la liberación para la clase obrera. En cambio, están
claros de que “a lo que el sistema teme, no es tanto a estos actos de sabotaje
en sí, sino que a que se propaguen socialmente”. En otras palabras, las
acciones directas de pequeños grupos sólo pueden ser exitosas si son asumidas
por la clase obrera. Esta es una manera más útil de discutir la acción directa
que el debate más convencional de la izquierda que polariza en dos extremos,
“grupos de acción directa”, que ven a sus acciones como objetivos en sí mismas,
versus organizaciones revolucionarias que rechazan pasar de la propaganda para
la acción de masas.
Fuentes:
- http://www.anarkismo.net/article/4324
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