jueves, 7 de enero de 2016

¿Qué es el socialismo utópico?

¿QUÉ ES EL SOCIALISMO UTÓPICO?

¿Qué es?

Friedrich Engels fue quien acuñó el término de «socialismo utópico» para referirse a los primeros socialistas, por oposición al «socialismo científico» creado por él y por Marx. De esta forma pretendía destacar que las propuestas de aquéllos eran puras formulaciones «idealistas» —irrealizables, utópicas— ya que no se basaban en el análisis «científico» de la sociedad capitalista y de sus fundamentos económicos y no tenían en cuenta la realidad de la lucha de clases. Sin embargo, hoy en día se cuestiona que todos los protosocialistas se puedan calificar como verdaderos utopistas porque muchos de ellos partieron del análisis de la sociedad industrial y capitalista, por lo que se propone que el término se restrinja a aquellos que «se propusieron construir comunidades comunistas en el propio ámbito de una sociedad capitalista cuyos fundamentos permanecían inmutables». Pero incluso en este caso, como ocurre con Fourier, Owen o Cabet, se constata que muchas de sus ideas fueron plenamente realistas y que a diferencia de los utopistas antiguos no se quedaron en el plano de la mera especulación filosófica sino que intentaron llevar a la práctica sus ideas convirtiéndolas así en un proyecto político —«la verdad de mañana», como definió Víctor Hugo a la utopía— capaz de movilizar a determinados sectores de la sociedad.



Antecedentes

Hasta el siglo XIX, el utopismo estuvo confinado a elucubraciones filosóficas o literarias. Se puede comenzar en la concepción del paraíso perdido, en la Biblia cristiana, hasta la Edad de Oro en la mitología griega y romana. Pero a menudo se señala a La República, de Platón, como el primer planteo literario-filosófico de una comunidad ideal.
Ya hacia el Renacimiento, Tomás Moro escribe su famosa novela Utopía (1516), que inventa el término que nombrará a esta corriente del socialismo (U=sin/topos=lugar). Otras utopías literarias son La ciudad del sol (1602), de Tommaso Campanella; Código de la naturaleza (1755), de Morelly; Foción (1763), de Gabriel Bonnot de Mably.
Cuando el momento de auge del socialismo utópico había sido superado, volvió a frecuentarse el género de la utopía literaria. Se pueden citar Looking backward (1884), de Edward Bellamy, conocida en castellano como El año 2000News from nowhere o Noticias de ninguna parte (1890), de William Morris; La ciudad anarquista americana (1914), de Pierre Quiroule; Buenos Aires en 1950 bajo el régimen socialista (1908), de Julio Dittrich, entre otros.


Historia

La primera oposición a la revolución industrial fueron los ludditas, movimiento obrero de carácter espontáneo que se dirigía a la destrucción de las máquinas, que en aquel momento llevaban a la miseria a los artesanos. Su auge se sitúa en la Inglaterra de 1811 a 1816 extendiéndose posteriormente por toda Europa, siendo a partir de 1817 el precursor de los primeros sindicatos obreros. La táctica del sabotaje permanecería en el movimiento obrero, y sus planteamientos se reflejan en el primitivismo.

Dentro de los pensadores y activistas del socialismo utópico destaca como antecedente libertario Charles Fourier; proponía una organización política basada en comunidades que denominó «falansterios», enlazadas entre sí de forma descentralizada. Por otro lado criticaba la división del trabajo dentro de los esquemas del feudalismo y del capitalismo, así como la moral cristiana, y proponía un orden social basado en el ejercicio pleno de la subjetividad.

En su obra más conocida, ¿Qué es la propiedad? o Investigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno (1840), Proudhon denunciaba: «la propiedad es un robo», palabras que, según Max Nettlau, «tenían la fuerza de una revolución».

Junto a los socialistas utópicos, los filósofos hegelianos alemanes aportaron el corpus teórico del anarquismo de la primera mitad del siglo XIX: la dialéctica histórica hegeliana aportó un sentimiento de optimismo en cuanto a la evolución social del devenir histórico, que favorecería en aquel entonces a la nueva clase obrera (concepto marxista de “lucha de clases”). Wilhelm Weitling, influido por el cristianismo primitivo, defendía una sociedad ideal basada en principios morales: “la sociedad perfecta no requiere gobierno, sino sólo una sencilla administración; carece de leyes y, en su lugar, existen obligaciones; no tiene sanciones, sino sólo medios de corrección”.

A mediados del siglo XIX, el tejido industrial aún era débil, predominando artesanos y campesinos. En la década de 1840, Pierre-Joseph Proudhon en Francia y Josiah Warren en Estados Unidos alcanzaron el anarquismo independientemente a partir de la crítica de las doctrinas utópicas socialistas, particularmente las de Charles Fourier y Robert Owen respectivamente. Para ambos, el ideal de generosidad colectiva del comunismo era un máximo utópico, y abogaban por comenzar con una más inmediata y accesible reciprocidad, el camino equitativo de Warren y el mutualismo de Proudhon. Por su lado, en Alemania, el filósofo Max Stirner partió del hegelianismo para alcanzar su inversión completa en El único y su propiedad (1844), negando todos los absolutos e instituciones, en un individualismo extremo que ha sido denominado como Egoísmo.

Pierre-Joseph Proudhon fue el primer individuo en denominarse a sí mismo «anarquista», motivo por el cual es considerado por algunos como el fundador de las teorías anarquistas modernas. Proudhon, considerado como próximo al socialismo por él mismo y por los críticos e historiadores posteriores abogaba por una economía no opresiva donde los individuos intercambiaran el producto de su propio trabajo. El valor de intercambio de los bienes sería determinado por la teoría del valor-trabajoEl pensamiento de Proudhon, enfrentado tanto con el Estado como con el socialismo autoritario que se iba configurando, tuvo especial repercusión entre los socialistas no autoritarios de Bélgica y Francia. En 1843 escribió El sistema de las contradicciones económicas o la Filosofía de la miseria, que dio lugar a una dura respuesta de Marx, La miseria de la filosofía (1844). Tras la Revolución francesa de 1848, Proudhon continuó su labor de difusión del anarquismo durante la Segunda República Francesa en una serie de diarios, e intentó poner en marcha en 1849 el «Banco del Pueblo», modelo que lo que actualmente se conoce como banco mutualista, que fracasó antes de que empezara a funcionar. Los artículos que escribió en enero del mismo año contra Luis Napoleón Bonaparte, el «Príncipe Presidente», en Le Peuple le valieron una condena de tres años en prisión.

El pensamiento de Proudhon impresionó fuertemente a Marx (quien trató de demolerle teóricamente en 1847), a Stirner en Alemania, y a Bakunin en Rusia. También tuvieron gran acogida en España, en la figura de Pi y Margall, a través de su obra La reacción y la revolución. Estudios Políticos y Sociales (1854), y sus traducciones al español de los libros de Proudhon. Otro anarquista francés conocido de esta época fue Joseph Déjacque, el primero que se autodescribió como libertario. Escribió una utopía anarquista intitulada El Humanisferio, y criticó la visión patriarcalista acerca de la familia de Proudhon.

El pensamiento de Proudhon tuvo poca repercusión en Inglaterra y Estados Unidos, donde percibían el anarquismo como una extensión lógica del liberalismo de John Locke y la democracia jeffersoniana. Los «derechos naturales» a la vida, libertad y propiedad eran sacrosantos, y consideraban que el Estado en vez de defenderlos había llegado a ser destructivo respecto a dichos fines, y debía por tanto abolirse para permitir que se alcanzara una armonía natural. Desilusionado del socialismo utópico tras el fracaso de la comunidad experimental de Robert Owen, «New Harmony», uno de los colonos, Josiah Warren, había concluido la imposibilidad de la convivencia social desinteresada, y a partir de 1825 abogó por la individualización completa de la vida social, tomando como modelo de su primer experimento socioeconómico, la «Cincinnati Time Store», el intercambio equitativo basado en la teoría del valor-trabajo, sistema económico que se encuentra plasmado en sus obras Equitable Commerce (1846) y Practical Details in Equitable Commerce (1852). El anarquismo individualista de Warren tuvo cierta repercusión en Inglaterra, pero pasó desapercibido para el socialismo europeo hasta 1885. Sus ideas fueron desarrolladas posteriormente en Estados Unidos por otros anarquistas individualistas como Lysander Spooner y Benjamin Tucker, quien tradujo también la obra de Proudhon.

En Alemania, como reacción a la filosofía hegeliana, unido a la crítica al cristianismo y al estatismo y burguesismo imperante, nació un sentimiento libertario original, sobre la década de 1840, en el ambiente de los hermanos Bruno y Edgar Bauer, un grupo que al que se llamaba «los libres de Berlín» del que fue pilar Max Stirner. El grupo desarrolló un nihilismo crítico que en 1842 desembocó en un repudio completo del Estado. El «egoísta» stirneriano se asemeja al «superhombre» de Nietzsche, quien lo consideró una de las mentes no reconocidas del siglo XIX. El radical individualismo de Stirner llegó a alarmar a algunos anarquistas, como Kropotkin, por la ferocidad de sus enseñanzas. Cabe destacar también a Ludwig Feuerbach como una fuente de las ideas libertarias en Alemania, acabando con el autoritarismo hegeliano mediante el restablecimiento del papel principal del hombre.

Las corrientes principales son:
El saintsimonismo: cuyos representantes fueron, Saint-Simon, Enfantin, Bazard y Leroux;
Saint-Simon sometió a la sociedad surgida de la revolución francesa a una crítica radical. En ese marco, entendía que todo lo que hicieran los gobiernos debía tender a mejorar la situación moral y material de los que trabajaban, y terminar con los dos flagelos que seguían azotando al mundo: la pobreza y las guerras. Para ello, debía desplazarse a los sectores improductivos y los productivos debían dirigir los destinos de la nación, ejerciendo cada vez menos gobierno (entendido como despotismo) y más administración.
En función de esa propuesta, no se oponía a la propiedad privada, pero propuso suprimir la herencia, de manera que la acumulación que cada uno lograra fuera producto del propio esfuerzo y no hubiera enormes acumulaciones generacionales. Por otra parte, la industria (entendida como toda actividad productiva) debía ser el centro de los esfuerzos de la sociedad, para subvenir a las necesidades de todos. El Estado debía realizar grandes emprendimientos en beneficio del conjunto social: ferrocarriles, diques, puentes, canales de comunicación (fueron los que idearon los canales de Suez y de Panamá), bancos populares, etc.
En definitiva, su utopía consistía en un capitalismo equitativo, sin anarquía económica, con una planificación que permitiera superar la pobreza y evitara las guerras entre naciones. Para Saint-Simon, su propuesta consistía sobre todo en trasladar a la política los preceptos del cristianismo.Insistió en la necesidad de la solidaridad social y en la organización racional de la producción.

El fourierismo: representado por Fourier y Considérant
Charles Fourier desarrolló durante la década de 1820 su propuesta de crear establecimientos agrario-industriales que convocaran a unas 1.600 personas, alojadas en un edificio especialmente diseñado al efecto, que trabajarían las tierras circundantes y compartirían las ganancias de las ventas. La comunidad garantizaría los servicios generales y todos trabajarían, incluso los niños, pero el trabajo no sería penoso sino atractivo. Los miembros del falansterio elegirían las labores que más les gustaran, ninguna tarea duraría más de dos horas, pero la jornada laboral sería muy extensa. Fourier era un defensor del «trabajo atractivo», idea que desarrolló más tarde Pierre-Joseph Proudhon.
En la concepción de Fourier, el falansterio se crearía con inversiones privadas, a las cuales se les devolvería el dinero prestado sin intereses. A su vez, los miembros del falansterio cobrarían un salario por las tareas realizadas, pero estas no tendrían todas la misma remuneración. Por otra parte, el talento sería recompensado especialmente. Se armaba de esa forma el triángulo de intereses que planteaba Fourier: el capital, el talento y el trabajo.
El hecho de compartir las ganancias del producto, sin que un capitalista o un financista se reservara para sí la mayoría de los ingresos, haría que el conjunto del falansterio ganara mucho más dinero que cualquier empresario, pues el prorrateo de las inversiones y el ahorro producido por la socialización de los servicios individuales (comida, vestimenta, vivienda) acrecentaría enormemente las ganancias: la verdadera industria atractiva daría cuatro veces más ganancias que la «falsa industria». De esa forma, según Fourier, un solo falansterio podría actuar como ejemplo y los capitalistas, paulatinamente, invertirían más en nuevos falansterios que en emprendimientos particulares. Así, en pocos años, el mundo entero estaría dominado por la asociación económica.
Fourier desarrolló una clasificación de los períodos de la historia. El siglo XIX era la «civilización». Cuando proliferaran los falansterios se llegaría al «garantismo». Pero más allá, cuando los falansterios no compitieran ya con el capital individual, el mundo llegaría a la «armonía», sociedad ideal donde todos serían libres, tanto desde el punto de vista económico y legal como cultural y sexual.
Modelo de Falansterio de Fourier

Robert Owen y Thomson con el “Socialismo Cooperativo”
Robert Owen comenzó siendo un reformador del trabajo industrial, pues en la misma fábrica donde él era dueño implementó medidas de beneficio para el obrero, como la supresión de las labores penosas y mantenimiento del salario en épocas de reducción de ventas.
Más adelante propuso «granjas cooperativas» (villages of cooperation), que también tenían lugar para los emprendimientos industriales, pero básicamente estaban volcadas a la agricultura. Al principio lo ideó como un plan para resolver la desocupación, pero pronto se convirtió en un método de regeneración social. Las granjas colectivas tendrían la función de generar un nuevo espacio moral y educativo, que para Owen eran los dos factores más importantes por los cuales se corrompían las personas en la sociedad.


Fuentes:


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