La Semana Trágica de Argentina
¿Qué fue?
La Semana Trágica es el nombre con el que se conocen los
incidentes ocurridos en Buenos Aires en la semana del 9 de enero al 14 de enero
de 1919, entre manifestantes obreros de tendencia anarquista y sectores
nacionalistas, ocurridos durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen.
El conflicto se había originado con la toma de los Talleres
Vasena en reclamos de mejores condiciones laborales. El Gobierno aceptó el
planteo gremial desde un principio, pero la intransigencia del sector
anarquista de la FORA, sumada al accionar violento de rompehuelgas y de grupos
nacionalistas, derivó en una escalada de violencia.
El gobierno radical mantuvo en todo momento la postura de
aceptar el reclamo sindical, pero no pudo contener la escalada de violencia
entre los sectores en pugna.
Los incidentes dejaron un saldo de 141 a 700 muertos (según
la fuente que se tome) y centenares de heridos. Este suceso es conocido también
como el primer pogrom en América Latina, ya que la Liga Patriótica Argentina
atacó a la comunidad judía local.
Antecedentes
Desde su asunción, el gobierno radical lleva adelante una
política abiertamente progresista que indigna profundamente a los conservadores
en retirada. Yrigoyen recibía en su propio despacho a los dirigentes obreros, y
mediaba personalmente para resolver los conflictos, decidiendo casi siempre a
favor de los trabajadores.
Se impulsaron varias leyes a favor de la clase obrera, como
la ley de organización gremial, la ley de contrato colectivo de trabajo, la
adhesión de la República Argentina a las Convenciones Internacionales del
Trabajo, la jornada de trabajo de ocho horas, el descanso dominical, el seguro
por accidentes de trabajo, el salario mínimo, la ley de jubilación, entre
muchas otras.
El radicalismo llevó adelante una clara política económica
nacionalista en desmedro del liberalismo económico de los conservadores ligados
al modelo agroexportador (sector que de todas formas seguía siendo el motor de
la economía y crecía a buen nivel) y que le valió a Yrigoyen ser abucheado en
la Sociedad Rural Argentina.
La llegada a poder de la UCR significó la entrada en escena
de las clases populares y medias. Los conservadores se referían despectivamente
a estos sectores como "la chusma radical" y a Hipó-lito Enraigonen
como el peludo por su conocido bajo perfil ya que no daba discursos.
Otro hecho que indignaba a estos sectores era la política
exterior del Gobierno. La administración radical rechazó la presión
norteamericana de declararle la guerra a Alemania durante la Primera Guerra
Mundial, se opuso luego a la exclusión de esta de la Sociedad de las Naciones
tras el fin de la guerra, se resistió al proyecto del Pacto Panamericano de Paz
de Wilson, intentó realizar una conferencia de países latinoamericanos,
reconoció al Gobierno provisional ruso y mantuvo a los funcionarios diplomáticos
luego del triunfo bolchevique y rechazó la invasión norteamericana en la
República Dominicana (y no reconoció la autoridad del gobierno de ocupación).
En los años que culminaron en la Semana Trágica, hubo varios
actos de violencia por parte de los anarquistas y obreros que tomaron el camino
de la militancia violenta. El 25 de mayo de 1910, en un esfuerzo por
interrumpir las celebraciones que marcaban el primer centenario de la
Revolución de Mayo, un anarquista le dio una bomba a un niño para que la
plantara adentro de una catedral bonaerense, pero la bomba explotó antes de
tiempo y el menor murió y otro perdió ambos brazos. El 28 de junio 1910 otra
bomba explotó adentro del Teatro Colón y 20 civiles resultaron heridos, y como
consecuencia el Senado y la Cámara de Diputados aprobaron un proyecto de ley
que imponía la pena de muerte para aquellos anarquistas responsables de muertes.
El 9 de julio 1916, un anarquista intentó asesinar a balazos al presidente
Victorino de la Plaza. El atentado tuvo lugar mientras el presidente argentino
atendía en la capital argentina un desfile militar durante las celebraciones
que marcaban el primer centenario de la independencia argentina. El 9 de
febrero de 1918, se produjeron violentas huelgas en algunas de las principales
ciudades de Argentina; por lo cual tropas del ejército fueron enviadas a las
zonas de disturbios después de que cientos de anarquistas sabotearan las vías
de ferrocarriles y quemaran carros cargados de trigo. Los militantes simpatizantes
de la Revolución rusa hasta editaban y repartían un periódico entre los
soldados conscriptos.
Ante esto, surgieron grupos de jóvenes conservadores y
militares con tendencia abiertamente fascista que propugnaban frenar la chusma
radical con sus propias manos. Así, surgieron grupos abiertamente
antiyrigoyenistas, como la Liga Patriótica Argentina y su satélite diario La
Fronda.
Cronología de los acontecimientos
Los sucesos comenzaron el 7 de enero con una huelga en los
Talleres Metalúrgicos Vasena en la Ciudad de Buenos Aires (donde hoy se
encuentra la Plaza Martín Fierro en el barrio de San Cristóbal). Los
huelguistas, algunos de ellos afiliados a la FORA del V Congreso (de tendencia
anarquista y que promovía la acción directa), reclamaban la reducción de la
jornada laboral de 11 a 8 horas, mejores condiciones de salubridad, la vigencia
del descanso dominical, el aumento de salarios y la reposición de los delegados
despedidos.
El Departamento Nacional del Trabajo había hecho lugar a los
reclamos obreros y dispuso satisfacer las demandas, que fueron desoídas por la
parte empresarial. La empresa intentaba seguir funcionando con obreros
rompehuelgas provistos por la Asociación Nacional del Trabajo, una asociación
patronal que junto con el embajador inglés quiso entrevistarse con Yrigoyen,
quien no los recibió y los hizo echar de la casa de gobierno.
Un disturbio entre los obreros en huelga terminó con la
intervención de la policía, que disparó con armas largas contra la multitud. En
la confrontación, un cabo de la policía, Vicente Chávez, sufrió varias heridas
con arma blanca que le produjeron la muerte En la calle Suipacha, los
huelguistas atacaron un tren eléctrico del Central Argentino, resultando muerto
un pasajero. En respuesta a esto, Yrigoyen relevó al jefe de policía, nombró a
Elpidio González en ese puesto, y prohibió la Liga Patriótica Argentina.
Ni bien entró en funciones, Elpidio González comenzó a
negociar -por instrucción del Presidente- con dirigentes de la FORA IX
Congreso, de tendencia sindicalista, y que no propiciaba la violencia como
medio político.
Rápidamente llegó a un acuerdo con Sebastián Marotta,
secretario general de la entidad gremial, por el cual se aceptaban todos
reclamos obreros, se establecía un plazo de 24 horas para su aplicación por
parte de Vasena, y se liberaban a los obreros detenidos durante los incidentes.
A cambio, los huelguistas deberían desalojar el establecimiento ocupado.
Sin embargo, la tendencia anarquista de la FORA logró
imponer el rechazo al acuerdo en el plenario de la agrupación gremial y la
continuidad de la huelga.
Elpidio González decidió entonces ir personalmente a los
talleres para negociar con los manifestantes, antes de que la situación se
tornara más violenta. Los huelguistas desconocieron su autoridad y los sectores
más radicalizados intentaron agredirlo volcando e incendiando el auto oficial
en el que había llegado. Esta acción provocó la muerte del subteniente Antonio
Marotta, comandante del pelotón de fusileros encargados de la protección de
González.
Ante el estancamiento de las negociaciones y la negativa
radical de reprimir, la patronal decidió intervenir mediante grupos de choques
y rompehuelgas, a los cuales se sumaron organizaciones de ultraderecha, como la
Liga Patriótica Argentina, que produjeron violentos incidentes en todo Buenos
Aires contra trabajadores, inmigrantes, judíos, y cualquier persona que fuese
vista como una amenaza para la patria por parte de estos grupos. El saldo fue
de cuatro obreros muertos y más de treinta heridos, algunos de los cuales
fallecieron después. En estos enfrentamientos, los huelguistas mataron a un
joven estudiante, Pascual Arregui, de la Manifestación Patriótica.
La FORA declaró la huelga general, y el sector anarquista le
añadió la palabra "revolucionaria".
Con la Policía de la Capital totalmente desbordada, el
Gobierno decidió la intervención del Ejército para poner orden, y situó al
frente al General de División Luis Dellepiane, un militar profesionalista que
contaba con buenos antecedentes y que había estado siempre subordinado a la
autoridad constitucional.
El 9 de enero se produjo un multitudinario sepelio por los
obreros fallecidos, que es escoltado por los hombres de Dellepiane para evitar
más incidentes. Más allá de un tumulto que se generó en la intersección de la
Avenida Corrientes con Yatay, cuando algunos manifestantes cantaron consignas
provocativas al pasar por una iglesia y fueron repelidos desde la misma, la
caravana logró llegar al cementerio de la Chacarita sin mayores complicaciones.
Sin embargo, cuando estaba por comenzar a hablar el tercer
orador, se produjo un episodio confuso. Algunas fuentes aseguran que el primer
tiro vino por parte de los obreros, y sirvió de excusa a los extremistas. Lo
concreto es que miembros del Regimiento de Caballería 8, de la Liga Patriótica
Argentina y algunos bomberos, al mando del capitán Luis A. Cafferata,
comenzaron a disparar contra los manifestantes. Esta acción es impulsada
principalmente por sectores nacionalistas. Ese día, en la calle Pueyrredón un
grupo de huelguistas mata a tiros al sargento del ejército Ramón Díaz, y en
la calle Corrientes es muerto el comandante de un pelotón de fusileros, el
subteniente Agustín Ronzoni y un civil a manos de los huelguistas. Un pelotón
bajo el mando del sargento Bonifacio Manzo también cae en una emboscada y parte
del Regimiento de Infantería 7 es obligado a recurrir al uso de una
ametralladora pesada Vickers para repeler a los atacantes. El Regimiento de
Infantería 3 también se ve obligado a intervenir y liberar a 400 trabajadores
que se negaron a participar en las huelgas, y que ahora se encontraban
atrapados en los Talleres de Vasena por los anarquistas, quienes planeaban
incendiarlos junto con el edificio. Los conductores de ambulancias y los
médicos a bordo tuvieron que salir armados con revólveres para poder defenderse
de los huelguistas que buscaban venganza.
Al día siguiente, Dellepiane amenazó con "emplazar la
artillería en la plaza del Congreso y atronar con los cañones toda la
ciudad" si la violencia de ambos bandos no cesaba. Mientras tanto, un
destacamento del ejército instalado frente a la fábrica abrió fuego contra los
obreros y en otros lugares dos policías son muertos, el cabo Teófilo Ramírez y
el agente Angel Giusti, al ser atacados por los huelguistas.
El 12 de enero, los Regimientos de Caballería 5 y 12,
apoyados por un regimiento de artillería de montaña, entraron en Buenos Aires
junto con 300 soldados de la infantería de marina.
Yrigoyen ratificó con la FORA socialista la liberación de
los obreros detenidos, un aumento del 40%, y la reducción de la jornada
laboral. Citó a Pedro Vasena a su despacho y le exigió la aceptación total e
incondicional de lo que acababa de acordar con la FORA. Vasena no tuvo otra
alternativa que ceder.
La FORA anarquista volvió a rechazar el acuerdo y pidió la
liberación de Simón Radowitzky, un anarquista que purgaba prisión perpetua en
Ushuaia por haber asesinado al jefe de policía Ramón Falcón 11 años atrás.
Una investigación realizada durante esas fechas por Estados
Unidos, y difundida después, planteó que los obreros anarquistas habían actuado
bajo la influencia de agentes germanos y soviéticos (por intereses económicos
los primeros e ideológicos los segundos).
Mientras tanto, algunos de los huelguistas querían reanudar
la lucha armada y en la mañana del 13 de enero trataron de apoderarse de las
armas de una estación de policía, pero se vieron obligados a retirarse después
de encontrarse bajo fuego de un pelotón de fusileros de infantes de marina
recién llegados del crucero ARA San Martín.
Finalmente, el martes 14 de enero, Dellepiane se reunió por
separado con las dos FORA, en donde ambas pidieron "la supresión de la
ostentación de fuerza por las autoridades" y el "respeto del derecho
de reunión". Es decir, que el Gobierno garantizara la normalización de la
situación. El planteo fue aceptado y ambas centrales finalmente levantaron la
huelga.
Al día siguiente, Yrigoyen ordenó hacer efectiva la puesta
en libertad de todos los detenidos. Por su parte, Dellepiane dictó la siguiente
orden del día:
Quiero llevar al digno y valiente personal que ha cooperado
con las fuerzas del ejército y armada en la sofocación del brutal e inicuo
estallido, mi palabra más sentida de agradecimiento, al mismo tiempo que el
deseo de que los componentes de toda jerarquía de tan nobles instituciones,
encargadas de salvaguardar los más sagrados intereses de esta gran metrópoli,
sientan palpitar sus pechos únicamente por el impulso de nobles ideales,
presentándolos como coraza invulnerable a la incitación malsana con que se
quiere disfrazar propósitos inconfesables y cobardes apetitos.
Pogrom
Desde que Yrigoyen ordenó al Ejército recuperar el control
de la ciudad, durante tres días Buenos Aires sería zona liberada para la
acción homicida del Ejército, la policía y grupos de civiles armados y
"guardias cívicas radicales", que unos días después se organizarían
bajo el nombre de Liga Patriótica. Fueron arrasados los barrios obreros,
incluyendo el barrio judío del Once, donde las fuerzas represivas produjeron el
único pogrom (matanza de judíos) que se haya realizado en el continente
americano, convocando a “cazar rusos”. En medio de la masacre apareció la frase
“yo, argentino”, utilizada como salvoconducto para salvar la vida.
El saldo total fue de unos 800 muertos nunca identificados:
ancianos, mujeres, niños, hombres. Hubo también decenas de desaparecidos, miles
de heridos, y más de 50.000 detenidos. Fueron quemadas viviendas obreras,
sinagogas, locales sindicales y partidarios, periódicos, bibliotecas populares
y judías, cooperativas. El gobierno detuvo y torturó a miles de ciudadanos,
como el inmigrante judío Pinie Wald al que acusó falsamente de ser el líder de
una revolución judeo-comunista y facilitó a los grupos parapoliciales las
comisarías donde establecieron sus bases operativas. Una vez liberado Pinie
Wald relató las torturas y ultrajes sufridos en el libro Koschmar (Pesadilla),
escrito en idish y traducida al español recién en 1987.
Debido a la importancia de los acontecimientos, ha sido
objeto de numerosas obras y ensayos, además de ser sujeto de muchas
interpretaciones respecto a sus causas y al accionar del gobierno.
Para los anarquistas representó un estandarte de la lucha
contra el Estado. El peronismo lo utilizó con posterioridad para acusar al
gobierno radical de reprimir a los obreros. Los radicales, por su parte,
sostienen haber quedado en medio de pujas entre sectores radicalizados tanto de
derecha como de izquierda, maximizados por el ambiente de tensión de la época
producto de las medidas progresistas de Yrigoyen y de la reciente Revolución de
Octubre, con sus propósitos de revolución mundial. Reivindican, a su vez, haber
aceptado el reclamo obrero desde un principio.
Fuente:
-https://es.wikipedia.org/wiki/Semana_Tr%C3%A1gica_(Argentina)
0 comentarios: